lunes, 30 de agosto de 2010

Huáscar: Símbolo y Trofeo

Escribe: Juan Carlos Herrera Tello
Abogado
Asesor en Asuntos Internacionales
 
Cuando aquella mañana del 8 de octubre de 1879 en Angamos, sucumbió Grau y junto a él fueron cayendo uno a uno los oficiales al mando del histórico Monitor “Huáscar”, se selló la suerte del Perú en la guerra iniciada por Bolivia al violar el Tratado de Límites de 1874 y que unidos a aquel país por un Tratado de Alianza Defensiva, asumimos la invasión, la destrucción de nuestros emporios productivos y la mutilación territorial.
 
Se ha escrito mucho sobre el combate de Angamos, de igual manera del papel de Grau y su figura epónima que la posteridad le ha dado el sitial merecido de uno de nuestros héroes máximos junto a Bolognesi y los defensores de Arica. El mensaje de Grau a la posteridad es el sacrificio y especialmente tener como mortaja el honor de defender a su patria hasta el final.
 
Pero la historia del emblemático Monitor Huáscar no acaba aquel 8 de octubre, el monitor es capturado y llevado como trofeo de guerra a Valparaíso para luego ser usado contra él Perú, así la armada chilena envía al Huáscar a bloquear primero el Callao que lo ve con seguridad más que sorprendido con su “nuevo” pabellón. Luego pasa a Ilo a reunirse con parte de la flota chilena y allí se decide que sea el capitán de fragata Manuel  Thompson quien comande el monitor, y quien perdiera la vida cuando un proyectil de 500 libras le cayera, destruyendo su cuerpo.
 
El Huáscar continuó sirviendo a Chile en la guerra, bloqueando y bombardeando nuevamente el Callao; más adelante se le usa como parte de los bombardeos a las trincheras peruanas emplazadas para la defensa de Lima en enero de 1881.
 
Una de las misiones más tristes que le cupo llevar a cabo al Huáscar con sus nuevos dueños, fue la ocurrida el 11 de junio de 1881, cuando su capitán Emilio Valverde toma posesión del puerto de Paita, lugar de nacimiento de Miguel Grau.
 
Así como vemos, el Huáscar chileno, es un buque usado para desmoralizar al Perú, sus cañones originales, fueron cambiados en 1880, y en 1885 ya acabada la guerra es sometido a importantes reparaciones y modificaciones; en 1888 se le usa para el traslado de los restos de Arturo Prat, el capitán de la Esmeralda que muriera en su cubierta. Tuvo actuación opaca en la guerra civil chilena de 1891, para luego ser dado de baja en 1896 por el estallido de una de sus calderas, finalmente fue restaurado y se mantiene cautivo en Talcahuano donde está fondeado en la base naval de ese puerto y exhibido como un trofeo de guerra, en él se muestran las historias de sus comandantes muertos en su cubierta.
 
Lo último que se conoció del destino que se le quería dar al Huáscar, lo conocemos gracias al texto de Ernesto Yepes del Castillo en “Para que no se repita: Como se Negoció el Tratado de 1929” y en el encontramos las conversaciones entre los norteamericanos y chilenos para definir la frontera terrestre por el problema de Tacna y Arica; el 17 de noviembre de 1928, ante la ya imposibilidad de realizar el Plebiscito Internacional pactado en la clausula tercera del Tratado de Ancón, Chile busca realizar la partija del territorio y entre otras cosas propone a los norteamericanos por medio del Presidente Ibáñez del Campo que se devolverán los trofeos capturados en la guerra para sellar una paz definitiva, sobre la base de la cesión de Arica por parte del Perú.
 
Posteriormente en marzo de 1929, los EEUU pensaban que Chile estaba más por el fracaso de las negociaciones sobre la provincias peruanas; como muestra que esto no sucedería y que los sureños estaban dispuestos a culminar las negociaciones, el 7 de marzo de 1929 el Embajador chileno acreditado en los Estados Unidos le asegura al Secretario de Estado norteamericano Francis Kellog que “su gobierno ofrecería al Perú retornar un barco de guerra y trofeos tomados al Perú durante la guerra, lo que tendría probablemente un gran efecto en el Perú”
 
Como ya se conoce nada de esto se realizó.
 
La fórmula más conveniente para el retorno del viejo Monitor Huáscar al Perú fue justamente cuando se definió la frontera terrestre, era lo más indicado, pero cuál es el verdadero fin que se le debe dar a una nave que tuvo mayores honores cuando estuvo al servicio del Perú? Y que al ser utilizado por su captor contra su legitimo propietario difiere en antagónico y con una impronta de vergüenza para el elemento peruano y de superioridad para sus nuevos dueños?
 
Miguel Grau Seminario, dijo: “Si el Huáscar no retorna al Callao, tampoco retornaré yo”, esta frase conocida en nuestros libros de historia, marca el sino del emblemático navío para los designios peruanos, lo que implica que el Huáscar sin Grau no existe.
 
Por otro lado, en el combate de Angamos después de una resistencia heroica, los oficiales peruanos del Huáscar deciden hundirlo para que no quede en manos enemigas, y como se sabe esto fue imposible ante el abordaje del invasor quien lo capturó y le puso su enseña en su driza para ser exhibido.
 
Cuando el Huáscar estuvo nuevamente operativo, la resistencia peruana tenía como finalidad hundir la nave, logrando solo dos objetivos, hundiendo a La Covadonga en Chancay y al Loa en Ancón.
 
Analizando fríamente la situación, ¿debemos tomar parte por el destino que querían los peruanos o el destino que le da Chile hoy?. Los peruanos querían hundir la nave y los chilenos la rescataron para usarla contra nosotros y luego tenerlo como trofeo de guerra. Por cada momento que siga a flote aquel navío que tanta gloria dio al Perú durante los seis meses de la guerra con pabellón peruano, son momentos que siguen recordando el holocausto de Angamos y la ignominia que algo tan emblemático para el Perú, nos atacó.
 
Raúl Porras Barrenechea en su vasto “Fuentes Históricas Peruanas” transcribe una cita de Jacinto López de su célebre “Historia de la Guerra del Guano y el Salitre” sobre la campaña del Huáscar: “Mientras este solo buque peruano, el Huáscar, subsistiese, mientras el Huáscar estuviera en el mar, mientras Grau estuviera en el Huáscar, Chile no desembarcaría un solo soldado en territorio peruano y las hordas de la conquista se pudrirían en Valparaíso y Antofagasta, en la larga espera del desenlace de la guerra del Huáscar contra la escuadra chilena. Este es un hecho sin precedente en la historia de las guerras navales del mundo entero. El Huáscar prestó al Perú servicios incomparables. El solo hiso la guerra naval. El solo protegió al Perú contra la invasión. El solo hizo la obra de una escuadra. Este es el interés y la lección de esta historia. Esta es una epopeya como la de la independencia. Este es el pedestal de Grau y la gloria del Perú. Este es el milagro naval de la guerra del Pacifico”.
 
Palabras de un extranjero que honran la memoria de los combatientes peruanos y que nos llenan de fervor patriótico al ser herederos de este legado que muchos pueblos ya quisieran tener.
 
Seamos dignos de nuestra historia tan llena de actos heroicos como el de Angamos y que mejor que honrar a nuestros héroes, en no solicitar, en no pedir y en no propiciar devoluciones de trofeos de guerra que aunque nos pese, fueron ganados en batalla, y solo en una batalla, estos pueden ser recuperados, pedirlo es humillante y deshonra la memoria de aquellos que se inmolaron por nuestro país.
 
Una cosa es pedir y lamentarse de que una presa tan famosa como el Huáscar nos sea devuelta y otra que el vencedor nos la devuelva sin ninguna condición como un gesto de buena voluntad. Por eso, como herederos de esta gloria no manoseemos ni convirtamos un tema tan delicado como histórico, en un asunto de noticia del día para luego al cabo de solo momentos sea un simple recuerdo.
 
Las últimas reacciones por las palabras del ministro de Defensa de Chile, que fueron sobredimensionadas por la prensa de uno y otro país demuestran los resquemores que siguen existiendo en nuestras políticas internas. En Chile Carolina Toha y Patricio Aylwin manifestaron su posición favorable pero con condicionamientos; y los diputados Ulloa y Tarud se negaban rotundamente. Mientras en el Perú encontrábamos que el destino era hundir al buque, que fue propuesto por el vicepresidente Luis Giampietri Rojas, quien como marino y conocedor de las tradiciones navales de su arma fue atacado por algunos políticos que desconocen el tema.
 
Un torpe por allí deslizó la idea que el Huáscar debería estar anclado en Arica para que los peruanos pudiéramos visitarlo, ya que Talcahuano está muy lejos, olvidando que un ancestro suyo fue el que huyó de Arica para no dar cara al combate el 7 de junio de 1880 cuando era jefe del Batallón “Cazadores de Piérola”.
 
Si el Huáscar nos es devuelto, esta devolución debe ser sin ninguna condición, así con seguridad será llevado al Callao para los homenajes correspondientes y luego el Perú respetuoso de los acuerdos que firma, solicitaría a Chile el ingreso nuevamente del monitor, acompañado de parte de nuestra escuadra, la misma que debe ser recibida por su par chilena para llevarlo juntos a Punta Angamos y hundirlo con los más grandes honores que ambos pueblos puedan ofrecerle y como mensaje y ejemplo al mundo de darle el fin correspondiente a un buque que sigue siendo un símbolo de la heroicidad peruana y un trofeo glorioso de la supremacía chilena ante su mayor peligro.
 
Hoy, Chile es el dueño del Huáscar, lo ganó en batalla, desigual sí, pero un hecho de armas al fin, y como tal debemos de respetar la decisión que Chile haga con lo suyo. La absurda proposición a que el Huáscar vuelva al Perú para que también sea exhibido en el puerto del Callao, no solo es una afrenta a nuestra historia, sino el de estar de acuerdo con lo que sus captores quisieron, y mantenerlo por un mero acto de frivolidad nos denigra como peruanos y no nos hace merecedores de la dignidad y la honra que nos legaron nuestros ancestros.

martes, 17 de agosto de 2010

Mar para Bolivia?

Juan C. Herrera

Los Bolivianos dicen: "El mar nos pertenece por derecho...."

Cual derecho? si el derecho que tuvo Bolivia, lo mantuvo vigente por el Pacto de Tregua de 1884, para luego perderlo sin que los cañones le apunten a su capital, sin que ningún soldado chileno se encuentre en Conchabamba, La Paz, Santa Cruz etc.

El derecho que Bolivia tuvo al mar, lo perdió aquel momento que suscribieron los acuerdos de 1904 que con mansedumbre cedieron el territorio lloriqueando a cambio de concesiones, ferrocarriles y dinero.

Recuperarlo es un deber...

Que van a recuperar estos bolivianos entrometidos, el mar? a que precio? de ser así devolverán lo que Chile les dio?, que deber tiene esa gente de recuperar algo que ellos mismos han firmado en ceder?

Lo que Bolivia debe recuperar (si es que alguna vez lo ha tenido) es la decencia, deben de recuperar la vergüenza, y no comportarse como país necesitado de "CURATELA".

Bolivia no solo ataca a Chile por "conquistar" su territorio litoral, cuando ellos fueron los que le usurparon al Perú; ataca al Perú también porque según ellos nosotros somos obstáculo para su salida al mar.

Esta nación enagenada por su falta de civismo, al estar acostumbrados a no honrar lo que firman siempre se encontraran contra Chile y Perú en su afán de una salida al Pacífico, y si alguna vez la tienen a costa de Chile, estamos seguros que seguirán pidiendo mas y mas a ver hasta donde se lo permiten las autoridades chilenas y que tanto el Perú ayuda también para su "desarrollo", porque esta gente está acostumbrada solo a pedir, solo a estirar el brazo con una lánguida mirada, para después entre sus pares envidiar el progreso de los demás.

Lo transcrito por el amigo Z.S. es contundente y demuestra que la costa del Perú colindaba con Chile. Es mas, tengo un mapa de 1797 donde se puede apreciar que Perú llegaba hasta el Loa y su confín era Chile en el Atacama. Claro que después Atacama junto con Chile fue agregado al viejo virreynato del Perú, en 1805.

Por otro lado, el territorio que hoy comprende Bolivia antes se denominó Charcas o Audiencia de Charcas, la que fue desmembrada de la audiencia de Lima para que después su jurisdicción pase a poder de Buenos Aires. Charcas siempre estuvo supeditada a algún virreynato. Nunca tuvo nada propio. Tal vez sea por eso que gustan de estar siempre supeditados a las voluntades de alguien porque nunca actúan por si mismos salvo sea para violar lo que suscriben.

Bolivia, una vez independiente, y con litoral ya usurpado, su salida al comercio exterior la hacían siempre por Arica ya que sus puertos no estaban habilitados como la civilización de la Época lo requería. Anteriormente yo explicaba que Antofagasta fue hecha por chilenos y así es como la guerra los encontró, con mayoría de población chilena, ya que los bolivianos no tienen una cualidad marítima como Chile y Perú. Así fue que Bolivia al comercializar por Arica hicieron de ese puerto su primcipal acceso al Océano y así pensaron que por el uso, esa era la salida natural y lo requirieron al Perú en mas de cinco oportunidades antes del conflicto de 1879 y en dos oportunidades estuvimos a punto de irnos a la guerra. Es mas, en 1878 a raíz de un mapa de Tarapacá como parte integrante de Bolivia fue que Paz Soldan  escribió su opúsculo "Verdaderos límites entre Perú y Bolivia" donde demostraba que Atacama era parte integrante del Perú al nacer independiente.

Perú y Chile siempre limitaron en el sur, desde la Colonia cuando se separó el Virreynato de la Capitanía y cuando nacieron independientes, hoy los tratados de Ancón de 1883 y de Lima de 1929 sellan definitivamente esa vecindad que nunca debió ser violada por terceros que solo han significado problemas para ambas naciones. Por ello siempre me quedo con la frase de Leguía, cuando recibió al Plenipotenciario chileno Emiliano Figueroa Larrain después de 18 años de rotas las relaciones entre ambos países:

"Ya era tiempo... de volver por las tradiciones del pasado, que nos unieron fraternalmente, a la sombra de una historia forjada por héroes comunes y sobre un suelo cuya continuidad, trazó la mano de Dios".

jueves, 12 de agosto de 2010

Arica Puerto Natural o Alto Perú Complemento Natural?

Félix Calderón
Agosto 04, 2007


El Alto Perú fue durante gran parte del periodo colonial un componente importante del virreinato del Perú y solo fue desmembrado en 1783 para anexarlo a la audiencia pretorial de Buenos Aires. Sin embargo, desde 1810 mantuvo vínculos políticos incuestionables con el virreinato de Lima los mismos que se acentuaron desde 1811. En suma, se puede decir que durante el coloniaje por apenas algo menos de 28 años, el Alto Perú fue separado de su atávica y milenaria entraña andina del Bajo Perú. De allí que lo promovido por Bolívar desde junio de 1824, en Yanahuanca, fue antes que nada un acto anti-peruano, destinado a debilitar al Perú, desmembrando con la ayuda de cantos de sirena y de una manipulación grosera una parte vital de su hinterland en las altas tierras y, por añadidura, le dejó con la inopinada nueva República serios problemas limítrofes para nada ajenos en la infausta guerra de 1879 y que, por fin, pudieron zanjarse en 1909. Por eso, más desafortunado no pudo haber sido el encuentro del Perú con Simón Bolívar.Si nos atenemos a lo que escribió el historiador boliviano Alcides Arguedas en la Historia General de Bolivia.- El proceso de la nacionalidad- 1809-1921 (La Paz.- Arnó Hermanos, editores.- 1922), si bien la noticia del cautiverio del rey Fernando VII por los franceses llegó a Chuquisaca el 17 de setiembre de 1808, una primera revuelta, en apariencia de lealtad a la monarquía, recién se produjo el 16 de julio de 1809. Días más tarde, el 24 de julio, se organizó la Junta Tuitiva con quince vocales, agregando Arguedas: “El primer paso que dio la Junta Tuitiva fue anunciar a Chuquisaca el movimiento que acababa de operarse en La Paz y en dirigir engañosamente, un oficio al virrey de Lima (sic) protestando adhesión al monarca destronado; oficio tácitamente desmentido por la proclama que enseguida se lanzó al pueblo y en la que renegando de haber guardado ‘un silencio parecido a la estupidez’ ante la política opresora del conquistador, anunciaba haber llegado la hora de sacudir la odiosa dominación.”Aparte de reconocer Arguedas esa respetuosa relación política con Lima, no es menos contundente que haya sido el propio virrey de Lima que, alarmado por los sucesos en el Alto Perú, encomendara al poco tiempo al brigadier José Manuel Goyeneche, a la sazón presidente del Cuzco, a debelar todo movimiento, abierto o encubierto, que tuviese por fin galvanizar la libertad de los pueblos. Goyeneche, con ese fin, concentró tropas que estaban dispersas en Puno, Arequipa y Cuzco, llegando a reunir un ejército de 5000 hombres. Empero, cuando se aproximaba a La Paz, el 30 de setiembre, la auto-denominada Junta Tuitiva tomó la decisión de disolverse. Tal vez prematuramente, si se repara en el hecho que el 7 de noviembre de 1810 el argentino Balcarce apresuró su marcha al Alto Perú, derrotando a los realistas en Suipacha.“El movimiento independiente tomó proporciones incontenibles, pues fue secundado primeramente por Chuquisaca el 13 de octubre y el 16 de noviembre por La Paz, adhiriéndose ambas localidades al gobierno de Buenos Aires y desconociendo al de Lima (sic).” (Ibid.). Sin embargo, el 20 de junio de 1811, Goyeneche destruyó completamente las tropas desprevenidas del argentino Castelli. Y éste acobardado huyó hasta Buenos Aires. De este modo, el Alto Perú quedó en pocos meses pacificado por Goyeneche, llegando éste a ser reemplazado en 1813 por Joaquín de la Pezuela que fue quien hizo frente al avance del general Belgrano, triunfador en Tucumán el 24 de setiembre de 1812, derrotándolo dos veces, en octubre y noviembre de 1813, e imponiendo luego con violencia la pacificación. Tres años más tarde, en mayo de 1816, fue este mismo Pezuela quien viajó a Lima para reemplazar al virrey Abascal, quedando en su lugar el general La Serna que años más tarde, en el verano de 1821, lo depuso asumiendo la jefatura de un virreinato del Perú ya parcialmente independiente.A la luz de los antecedentes, se puede afirmar, sin ligereza alguna, que cuando en 1811 el Alto Perú acentuó su dependencia del virreinato del Perú, aquél se circunscribía, territorialmente hablando, en lo esencial, a la Audiencia de Charcas y, por lo mismo, no tenía por el oeste acceso al Océano Pacífico ni por el norte se extendía a los “territorios incógnitos.” Confinaba con ellos, pero no los comprendía. Ergo, los territorios incógnitos y la provincia de Chunchos eran “dos conceptos distintos.”Por eso, no es exagerado decir que la crisis que empuja a Chile a agredir al Perú en 1879 se gestó en 1825, cuando un déspota y anti-peruano Bolívar, ordenó a su fiel asistente de origen irlandés Burdett O’Connor a encontrar un puerto para el Estado que trataba de crear a expensas del Perú, arrebatando obviamente una porción de la parte sur de lo que había pertenecido al virreinato de Lima. Para nada tuvo en cuenta su propia receta de respetar el uti possidetis de 1810, ni tampoco se detuvo en preguntar su parecer a un Consejo de Gobierno peruano totalmente obsecuente y mantenido en la más completa ignorancia. Simplemente procedió por diktat sin reparar en el desidératum de los pueblos. El relato que ha dejado para la posteridad ese aventurero irlandés es francamente de antología:“Pasé todo el mes de octubre en Tarija (1825) con la Legión Peruana. Llegó el correo de 4 de Noviembre, y me trajo dos notas oficiales del general Sucre; en la una de ellas ordenándome, por disposición del Libertador, desocupara inmediatamente la plaza de Tarija, por haber cedido dicha provincia al gobierno argentino (sic), en el arreglo hecho con su Legación (...), y despachar la Legión Peruana a Potosí. La otra empezaba en estos términos: “Al señor coronel jefe de Estado Mayor General, Francisco Burdett O’Connor.- Señor: Su Excelencia el Libertador ha tenido á bien conferir á Usía una comisión de suma importancia, la cual verificada con buen suceso, le granjeará no solo la honra, sino la gratitud de todos los pueblos del Alto Perú (sic)”, y seguía diciéndome que esta nueva República carecía de un puerto de mar (sic); que me dirijiese a la costa de Atacama, levantase un mapa de Loa, Cobija, Mejillones y Paposo, y habilitase para el comercio el que encontrase mejor. Pocos días después, en cumplimiento de esta orden, salí de Tarija y me dirigí á la villa de Tupiza (…). (…) De Toconao, en cuyo pueblo me dejó Fermín Torres, pasé al pueblo de Atacama, capital de la provincia, distante diez leguas de Toconao, camino muy llano. En Atacama encontré de guarnición al capitán Casanova, con la compañía de cazadores del batallón segundo del ejército del Perú, cuyo cuerpo dejé de guarnición en Potosí cuando marché para el sur. (…) Pasé por Calama, Chacance y Culupo, y llegué a Cobija sin novedad. (…) En Cobija no encontré más que un hombre, cochabambino, llamado Maldonado. Este me dijo que habían muerto de viruelas todos sus changos, pescadores de lobos, que no había más vivientes en el puerto que él y su hermano (…). Al día siguiente llegó al puerto el bergantín de guerra Chimborazo con el jefe de la escuadra colombiana en el Pacífico á bordo, de orden del Libertador (sic), para llevarme con él con el objeto de reconocer todos los puertos que tenía anotados (sic) en mi nota de instrucciones (sic). (...) La primera noche que pasé á bordo del Chimborazo fue la del 9 de diciembre, primer aniversario de la victoria de Ayacucho, y el comodoro que mandaba el bergantín Chimborazo era el capitán Carlos Wright, del batallón Rifles, de Bomboná, primero de la guardia. Había servido con su batallón en la batalla de Ayacucho, y sabiendo el Libertador que había sido guardia marina en el servicio inglés, que equivale á cadete en el ejército, le nombró comodoro de la escuadra colombiana en el Pacífico, y esto por necesidad, tan escasos eran los hombres aptos de quienes el general Bolívar tuvo que valerse para el servicio. Al día siguiente emprendimos el reconocimiento de todos los puertos mencionados en mis instrucciones y hallamos que el de Cobija tenía el mejor fondo para ancla y el puerto más cómodo también, aunque escaso de agua, pero de poder aumentar la cantidad. Me separé del comodoro en el puerto de Loa, que no es más que una rada, y con el agua del río Loa, tan salada que no se puede beber. El puerto de Mejillones es hermoso, pero carece de agua. El de Paposo tiene río con pescado que le entra, pero como el tránsito desde Paposo por tierra á Atacama no tiene una gota de agua, ni pasto, y por estas razones inverificable. Empero, si yo hubiese podido penetrar en lo futuro, hubiese habilitado los dos puertos, el de Paposo y el de Atacama; el primero con almacenes para desembarco de las mercancías, y el segundo para punto de partida hasta Potosí, disponiendo que los fardos y demás cargas se transportasen del un punto al otro en lanchas, arrimándolas á la costa sin peligro alguno. De este modo se hubiesen evitado las posteriores pretensiones infundadas de Chile, y su usurpación en la provincia más rica de Bolivia. Había encargado al corregidor Maldonado llevar mis mulas por tierra hasta la boca del río Loa, con mi asistente, y cuando me separé del comodoro seguí mi camino río arriba hasta el puerto de Quillagua, adonde llegué la misma tarde. El comodoro se dirigió al puerto de Arica á tomar á su bordo al Libertador de regreso de Chuquisaca y llevarlo á Lima.”“Este puerto de Arica era en el que se embarcaban para España todas las encomiendas procedentes del Alto Perú. (…) Desde Quillagua despaché á mi asistente á Atacama á traerme mis animales y petacas (…) y entretanto me ocupé de reconocer todas las inmediaciones del pueblo y de dirigir al general Sucre mi primer parte del resultado de mi comisión hasta aquí. No sé si recibió el pliego; pero lo cierto es que no tomó providencia alguna sobre los datos que le dí relativos á la demarcación entre el Bajo y el Alto Perú (sic). Lo que puedo asegurar con confianza es que si yo hubiese acompañado al comodoro hasta Arica, si me hubiese visto allí con el Libertador, que pasaba á Lima, y si le hubiese hecho sabedor de los datos que había tomado de los ancianos en Quillagua, el Libertador, á su llegada, á Lima, hubiera arreglado todos los linderos entre el Alto y Bajo Perú por un decreto (sic), el cual hubiera aumentado el territorio de Bolivia, con todo el collado del Cuzco, desde el abra de Santa Rosa, y por la costa desde el río de Tambo (sic), entre Torata y Arequipa; y como se reconocía al Libertador por presidente de ambas Repúblicas, jamás hubiera habido oposición la más pequeña a su decreto (sic).” (F. Burdett O’Connor: Independencia Americana-Recuerdos de Francisco Burdett O’Connor.- Sociedad Española de Librería-Madrid. Escrito en 1869).Como puede apreciarse, hubiese sido muy fácil durante esos fatídicos meses arrebatarle al Perú inclusive parte de Arequipa. Enhorabuena que O’Connor no viajó a Arica para encontrarse con el veleidoso caudillo militar que, como se aprecia más en detalle en el Tomo Tercero Descodificando la creación de Bolivia, de la serie Las veleidades autocráticas de Simón Bolívar, regresaba apuradamente a Lima para defenestrar a algunos diputados peruanos que podían tirar por la borda su libreto urdido para hacer del Perú, en el colmo del cinismo, el promotor de la separación del Alto Perú y de la “dictadura perpetua.” Asimismo, ese recuento sirve para calibrar mejor la otra cantidad de problemas limítrofes que el malhadado caraqueño dejó al Perú en prueba de su deslealtad.Según lo relata el mismo Arguedas, y confirma ese designio avieso en perjuicio del Perú, en una carta escrita por Sucre a Bolívar, en 1823, suponemos desde Lima, aquél hizo una abierta crítica de la conducta de Santa Cruz en el Alto Perú como comisionado de Riva Agüero, subrayando que más que con un objetivo militar, “iba a esas regiones con el fin de ‘apoderarse de las provincias del Alto Perú y segregarlas del Perú y Buenos Aires, formando un Estado separado.” Pero, al enterarse que La Serna se acercaba al Alto Perú, Santa Cruz no dio ninguna batalla, optando por “emprend(er) una precipitada retirada que más tenía trazas de vergonzosa huída, perdiendo en la ruta la casi totalidad de sus 7000 hombres”, concluye Sucre. (Ibid.). ¿Despertó esa carta la ambición del caudillo militar de hacer parir un nuevo Estado?Veamos algunos fragmentos de cartas de Sucre, entre muchas otras, en busca de la respuesta:“(...) Mil veces he pedido a V. instrucciones respecto del Alto Perú y se me han negado, dejándome en abandono; en este estado yo tuve presente que en una conversación en Yacán (pueblo cerca de Yanahuanca) me dijo V. que su intención para salir de las dificultades (sic) del Alto Perú era convocar una asamblea de estas provincias.” (Carta de Sucre a Bolívar de 4 de abril de 1825 en Vicente Lecuna: Documentos referentes a la creación de Bolivia.- Tomo I).“(...) Yo pienso irme a Puno a encontrar al general Olañeta para arreglar definitivamente las cosas del Alto Perú; mas me demoraré aquí tres días por solo esperar instrucciones de V. (sic); si no me llegan, me sujetaré en cualquiera transacción a las conversaciones que sobre estos asuntos tuvimos en Yanahuanca en el mes de junio (sic). (Carta de Sucre a Bolívar de 11 de enero de 1825.- Ibid.).“(...) Me ha dicho el doctor Olañeta que él cree difícil, sino imposible (sic), reunir las provincias altas a Buenos Aires; que hay una enemistad irreconciliable (sic): que o se quedan independientes o agregadas al Perú (sic), en cuyo caso quieren la capital en Cuzco, o más cerca de ellos. Sirva de gobierno esta noticia que está corroborada por otras muchas más (sic).” (Carta de Sucre a Bolívar de 5 de febrero de 1825.- Ibid.).“(...) no obstante que las provincias están muy determinadas a no ser argentinas (sic); los partidos están entre ser independientes o del Perú (sic); a lo último se inclinan los hombres de más juicio (sic).” (Carta de Sucre a Bolívar de 23 de abril de 1825.- Ibid.).En síntesis, mediante evidencias e indicios dejados por las comunicaciones cruzadas entre Bolívar y Tomás de Heres con Sucre y Santander, puede sostenerse que el veleidoso caudillo militar sí tuvo la intención de dividir el Bajo y Alto Perú desde antes de la batalla de Ayacucho. Concretamente, por lo menos desde junio de 1824, por confesión de su lugarteniente. Pero, no es improbable que haya sido desde antes, inclusive desde la fecha en que tomó conocimiento de la rebelión de Olañeta en el Alto Perú. Con esa intención en mente, solo conocida por uno o dos de sus más fieles servidores, Bolívar quiso evitar ser otra vez sorprendido como sucedió en Guayaquil, en que un sentimiento pro peruano se instaló prematuramente en el seno de la Junta de Gobierno (Tomo Primero: La usurpación de Guayaquil de la serie Las veleidades autocráticas de Simón Bolívar). Por eso, desde antes de la batalla de Ayacucho buscó acercarse a Olañeta, seduciéndolo para que se haga su aliado. (Véase el Tomo Segundo La fanfarronada del Congreso de Panamá). Juego infructuoso que continuó por inercia, producida la derrota de los realistas en la Pampa de la Quinua, hasta que Bolívar se enteró por Sucre en febrero de 1825 que la situación podía precipitarse, reviviendo con ansiedad en su mente, imaginamos, la difícil experiencia de Guayaquil. Su fiel lugarteniente se limitó en todo esto a dar cumplimiento a lo que en su leal entender era el pensamiento del ambicioso caudillo, tal como éste le confesó en Yacán en junio de 1824, en el sentido de forzar la independencia de esas provincias del altiplano. Había que fraccionar el Perú, debilitarlo, para desplazar el centro de gravitación geopolítica hacia el norte. 

domingo, 8 de agosto de 2010

Envidia al Perú

Marcos Aguinis - La Nación


Luego de siete años regresé a esta ciudad, invitado por su Feria del Libro. Confieso que me asombró. Sus calles limpias, los muros bien pintados, infinitos trabajos de restauración, incontables nuevos edificios, tareas para mejorar el tránsito, embellecimiento de la costa y un clima general de optimismo generan una impresión fuerte. Se celebraban las fiestas patrias y, como argentino, me dio placer corroborar el amor de este país por San Martín, a quien incluso en la prensa se lo celebra como más querido que Bolívar, dato explícito que no tienen pudor en disimular. No soy de los que caen fácilmente en una precaria competencia de próceres, pero quizás en el Perú se insiste en la energía de este vínculo para referirse -de modo oblicuo- a la firmeza con la que sucesivos gobiernos han rechazado las seducciones del atrasista club "bolivariano" de Hugo Chávez. En efecto, se insiste en que la fecha de la Independencia y los colores de la bandera nacional siguen siendo las determinadas por el Libertador argentino, no las del nacido en Venezuela. Es un dato poco relevante, pero que no se debe perder de vista.
Más relevante es la encuesta sobre un 95 por ciento de peruanos actualmente orgullosos y optimistas de su país. La encuesta también revela que grandes problemas están siendo resueltos de forma satisfactoria, pero aún sigue pendiente la derrota de la delincuencia, el narcotráfico y la corrupción, males que se extienden como un manto demoníaco sobre toda América latina.
Un hecho notable, y que produce mi envidia de argentino, es que sucesivos gobiernos caracterizados por discursos diferentes han mantenido continuidad en varias políticas de Estado. No han pretendido empezar de cero y romper con todo lo precedente. Aunque son notorias muchas diferencias de doctrina y discurso, se han mantenido las decisiones correctas o genuinamente beneficiosas. Fujimori está preso, pero no todo lo realizado por su gobierno fue despreciado ni destruido; su hija es diputada y aspira a ser presidente. Es obvio que se condene el autoritarismo y la corrupción de Fujimori y Montesinos, pero no su éxito contra el delirante Sendero Luminoso y el alivio a las cargas del Estado mediante la privatización de empresas deficientes (el programa económico de Fujimori fue el de Mario Vargas Llosa, su rival en las elecciones, lo cual se consideró al principio una felonía y luego una decisión sabia). Las vigorosas líneas liberales del presidente Toledo perduran en el actual. Y el actual, inspirado en el viejo APRA, lleva adelante una gestión moderna que habría escandalizado a Haya de la Torre, su fundador. Lo cierto es que Perú ingresó en una ruta de progreso acelerado. La sucesión gubernamental fluye de modo coherente y lógico, con la mirada puesta en el futuro. Integra otro club de países latinoamericanos menos ruidoso, pero más brillante, compuesto por Chile, Brasil, Uruguay, Colombia y Costa Rica. Su deseo de estrechar más los vínculos con la vecina Colombia se ha manifestado en la visita del presidente electo, antes de su asunción.
Muchos peruanos emigraron por la pobreza. Muchos aún no consideran oportuno regresar. En el concierto de las naciones, su país no estaba en una ubicación brillante. Pero las cosas empezaron a cambiar. Es lo meritorio. Y es justo reconocerlo.
La libertad de prensa no sufre acosos. Luego del discurso del presidente en el Día de la Independencia, me concentré en los medios que se consideran favorables a su gestión. Ahí pude corroborar que no existe la prensa oficialista. Hasta los diarios que se señalan como más cercanos al Ejecutivo no saltearon una página sin estrujar alguna crítica. En el abanico de opiniones aparecían contrastes, repeticiones, sospechas y hasta golpes bajos. En la televisión, Jaime Bayly hizo desternillar de risa con sus disquisiciones de sierra inclemente. No había espacio radial que no lanzara puntos de vista opuestos al discurso. Predominó la tendencia de afirmar que era un melancólico mensaje de despedida, porque el año próximo habrá elecciones y no volverán a caer en una insana reelección: aprendieron de la experiencia. Pero también se tuvo la grandeza de reconocer que Alan García deseaba irse esta vez con gloria y no como un delincuente.El Comercio , fundado en 1839, tituló en tapa con una frase de himno triunfal: "¡No dejaré bombas de tiempo!". Fue lo más destacado del discurso presidencial. Y, al ser repetida por los medios, aplaudían a un mandatario que no quiere depositar cargas horribles sobre los hombros de su sucesor. Es la clave de una continuidad positiva, de un progreso que beneficie al país.
Alan García inició su segundo mandato hace cuatro años, luego de casi dos décadas de exilio y una sostenida mala imagen. La nación tragaba saliva ante cada uno de sus gestos. Las elecciones habían sido amargas, porque el país oscilaba entre lo malo y lo peor. De un lado, el candidato populista e irresponsable que debió huir por los techos; del otro, el nacionalista Ollanta Humala, que conducía al fascismo antisistema. Ahora los miedos se han disipado. García aprovechó su estada en el exterior para ver y estudiar el mundo. Madurar. Y se dedicó a un gobierno sin sobresaltos, con la serenidad de quien no desea mantenerse encadenado a ideologías arcaicas ni elevar su imagen con experimentos absurdos. Fue un continuador de las cosas buenas. Incluso tuvo la lucidez de realizar autocríticas sobre algunas tareas incumplidas y otras hechas mal. Varios comentaristas subrayaron la debilidad y la escasez de esa autocrítica. Pero un argentino no podía sino asombrarse de algo que duele por su ausencia en la propia patria.
Es claro que Alan García desea irse bien para regresar después del período alternativo. Ahora no deberá pedir asilo en una embajada. Pero jugará una carta aún incierta su zigzagueo familiar. Tiene una hija de un primer matrimonio, luego varios con la cordobesa Pilar Nores y ahora un niño de seis años con otra mujer. El niño estuvo presente en los actos oficiales y se desempeñó con una primorosa picardía que la televisión se ocupó de destacar. Pero los comentarios insistieron en la ausencia de su esposa oficial y de la madre del niño que, se dice, está de nuevo embarazada. Hasta se criticó al cardenal primado por haberle dado la comunión a un adúltero en la solemne misa y tedeum.
De todas formas, el presidente lució su personalidad sosegada y socarrona, cansado por luchas ingratas (el escándalo de los petroaudios lo obligó a cambiar todo su gabinete). Por eso abundó en el pormenorizado detalle de su obra. No escatimó estadísticas para convencer sobre la verdad de sus afirmaciones, aunque no faltaron después quienes dijeran que estaban falseadas. De todos modos, es innegable que su gestión fue empedrada de innumerables y trascendentales obras. Un aspecto notable es el crecimiento de la inversión externa y local, que se ha traducido en la creación de millones de nuevos puestos de trabajo, un descenso notable de la desocupación y un incremento de la capacidad adquisitiva. Este rubro no es sólo el producto de este gobierno, como ya dije, sino de la consolidación de una confiable seguridad jurídica. En la vitrina, instaló los admirables progresos obtenidos en materia de educación, también envidiables.
El cáncer de la corrupción fue señalado sin maquillajes. Pidió al Poder Judicial más rapidez, eficacia y logros concretos para disminuirla. Dijo que ni el Congreso ni las fuerzas armadas deben considerarse exentas de aplicar su control en este rubro. De 2002 a 2009, 11.876 funcionarios públicos han sido procesados por delitos de corrupción. Pero no es suficiente para recuperar la salud.
El Comercio recordó lo expresado por el presidente días atrás: que el evidente progreso de la macroeconomía no habría sido posible si antes la nación no hubiera depuesto odios y pasiones estériles. Y, como argentino, volví a sentir envidia.
Perú no es aún una nación desarrollada. Carga vicios y conflictos que llevará tiempo superar. Pero ha logrado encaminarse bien. Algunos escépticos señalan que siempre hubo razones para un crecimiento acotado y que, tal vez, el crecimiento actual no se mantenga. Lo cierto es que ahora el progreso no se limita a ciertas actividades económicas, sino que abarca muchos aspectos fundamentales, como la educación, la inversión, la consolidación institucional y una sensata política exterior. Incluso la variedad étnica que durante siglos fue motivo de ensañamientos, ahora se reconoce como la fuente de un logro celebrado en todo el mundo: la calidad y originalidad de la cocina peruana, de cuya exquisitez me declaro testigo

sábado, 7 de agosto de 2010

Patrimonio Incultural

Miguel C.

Recientemente y con motivo de Fiestas Patrias 2010, me dirigí a Ayacucho, que aún estaba en mi lista de lugares no conocidos. Indudablemente, el interés priorizaba el Campo de Batalla de Pampa de Quinua, en donde la historia nos dice que se libró la batalla final por nuestra Independencia aunque los ayacuchanos dicen que esta sucedió en Colpahuayco y que en la pampa  solo se firmó la Capitulación (dicho sea de paso, una Capitulación en la todos los artículos con excepción de uno fueron a favor de los realistas, a pesar que los realistas “perdieron”). También otros lugares de interés como Vilcashuamán, Wari, Pomacochas Intihuatana donde se puede sentir nuestra historia y la perseverancia de un alicaído INC que hace esfuerzos para desarrollar el trabajo arqueológico mientras que la naturaleza, la falta de recursos, los malhechores y la falta de conocimiento hacen lo contrario.
No podemos ocultar que somos un pueblo inculto. Una de las demostraciones de educación es el respeto que podemos demostrar. Al legado de nuestros antepasados, los monumentos, el prójimo, la propiedad privada y demás etcéteras. Da mucha pena que cuando uno viaja al interior del país saltan algunas evidencias:


En las fotos de arriba señalo con flechas en la representación que existe en la parte posterior del monumento a los vencedores de Ayacucho en Pampa de Quinua, las mutilaciones que han practicado resucitados verdugos del siglo XX. Amputaciones y decapitaciones que no han sido curadas con Yodo sino con pintura negra.

Las autoridades no escapan de este problema, ya que a vista y paciencia de ellas, -con su consentimiento-, hacen uso de estas reliquias para lo que en ganas les venga, como por ejemplo, utilizar de tribunas el templo al Sol y La Luna en Vilcashuamán con el subsecuente deterioro de las estructuras.



Hace no mucho, hubo un escándalo periodístico por unos extranjeros que pintaron unas piedras en Cusco. Sería porque se trataba del Cusco o porque se trataba de chilenos?  No he escuchado ni leído nada de pintas en la mismísima Plaza de Armas de Vilcashuamán como abajo demuestro. Será porque se trata de connacionales o ignorantes o porque es un pueblo que los Apus ya olvidaron?
   

 Será que la única alternativa para ordenarnos sea la pena de muerte, como lo fue en al antigüo?

jueves, 5 de agosto de 2010

Cuadro de Ascensos de A.A.Cáceres

                CUADRO DE ASCENSOS
         MARISCAL ANDRÉS A. CÁCERES

SUB TENIENTE                                                13-05-1854
TENIENTE GRADUADO                                    27-01-1857
TENIENTE EFECTIVO                                      12-06-1857
CAPITAN GRADUADO                                     11-01-1858
SARGENTO MAYOR GRADUADO                     01-07-1863
SARGENTO MAYOR EFECTIVO                        13-06-1865
TENIENTE CORONEL GRADUADO                    03-07-1865
TENIENTE CORONEL EFECTIVO                       16-11-1872
CORONEL GRADUADO                                     18-01-1875
CORONEL EFECTIVO                                        27-10-1879
GENERAL DE BRIGADA                                    26-05-1881
CORONEL DE DIVISION                                    25-10-1886
MARISCAL                                                       10-11-1919