domingo, 2 de diciembre de 2012
sábado, 25 de agosto de 2012
miércoles, 23 de mayo de 2012
Manuel Candamo
Manuel Candamo
Cartas a Teresa
Por Ángel Páez
La historia también se nutre de la
intimidad, descubriendo en una carta hechos y opiniones que uno no haría en
público, por ejemplo.
Manuel Candamo Iriarte, el
ilustrado hombre de negocios, dirigente del partido civilista, teniente alcalde
de Lima, senador y presidente del Perú (1903-1904), remitió numerosas misivas
a su esposa Teresa Álvarez Calderón desde las localidades chilenas de Angol y
Chillán, donde estuvo desterrado durante catorce meses por orden de los
invasores que lo acusaron de colaborar con Andrés Avelino Cáceres.
Después de la derrota de Arica,
Candamo, como muchos limeños acomodados, decidió enviar a su mujer e hijos a
Piura para protegerlos del avance de las tropas chilenas. Resolvió quedarse
en la capital para preparar la defensa de la ciudad, mientras que el ejército
sureño, dirigido por Patricio Lynch, perpetraba incursiones por el norte,
increíblemente, a veces con la participación de los propios peruanos que
indicaban a los chilenos dónde estaba el dinero. Eso ocurrió en Eten, donde
Candamo administraba el ferrocarril. El 15 de octubre de 1880, se lo relató a
su esposa: 'El ferrocarril escapó milagrosamente y los pocos daños que
ha sufrido han sido causados por nuestros queridos paisanos. Rompieron los
asientos de todos los coches de primera para robarse el cuero con que estaban
forrados. Es de avergonzarse oír la relación de lo que ha ocurrido por allá.
Casi toda la plata y especies que sacaron los chilenos de algunas casas fue
por denuncia de los habitantes del lugar. La gente del pueblo ayudó a
los soldados a robar y les suministró verduras y cuanto pedían'. Aquello de
que 'el peor enemigo de un peruano es otro peruano' no es una simple frase.
Una vez capturada Lima, el
presidente Francisco García Calderón Landa lo nombró miembro
de la Junta Patriótica, que cumplía la función de conseguir la paz sin
ceder territorio. Desterrado García Calderón, se convirtió en delegado del
gobierno de Lizardo Montero y miembro de la 'Agencia
Confidencial' , cuya función era la de coordinar con los países amigos
la salida de los invasores y organizar la compra secreta de armamento en el
exterior. En esas tareas se encontraba cuando el primero de agosto de 1882
los chilenos lo desterraron.
Candamo le prometió a Teresa
Álvarez Calderón que le escribiría al menos dos cartas a la semana.
Y así fue.
Atormentado por las disputas
entre Nicolás de Piérola Villena, Miguel Iglesias Pino, Andrés Avelino
Cáceres y otros caudillos que no conciliaban posiciones por razones
personales, prolongando la vergonzosa y humillante ocupación chilena, Candamo
consideró que la más grande ventaja que tenían los vencedores era la
desunión de los peruanos.
El 28 de febrero de 1883 escribió a
su mejor confidente, su esposa:
'Tal vez no se presentará en la historia un caso tan desgraciado como aquel en que se encuentra el Perú; en la situación más crítica, en la crisis más angustiosa, en el mayor peligro que puede correr un país, no tiene un solo hombre, no diré de importancia, pero ni siquiera medio regular. No hay remedio; estamos perdidos. En nuestro país se producirán muy buenas yucas y camotes, muy buenas paltas y chirimoyas; pero lo que es un hombre de estado, nequáquam (de ninguna manera);…mientras tanto, aquí en Chile…otra cosa'.
Por eso le enervaba el fratricidio
peruano ante el gozo del enemigo. De allí que enfiló su encono hacia el
coronel y hacendado Miguel Iglesias Pino, quien promovía la paz con los
chilenos a cambio de la cesión de Tacna, Arica y Tarapacá.
El 20 de mayo de 1883, Candamo
confió a su mujer que 'lo de Iglesias es una cosa insostenible y ridícula', y
añade: 'Muchos males ha hecho al país ese imbécil, pues si no hubiera sido
por su traición hace tiempo que la paz estaría hecha y se habrían evitado
muchas desgracias y males de todo género. Ya ese no tiene remedio y lo
necesario es concluir con ese grupo funesto, como grupo político, y que el
señor Iglesias vuelva a criar vacas que es tal vez lo único para que podrá
servir y de donde no debió salir jamás'.
El 28 de junio de 1883 escribió,
con ese tono irónico que caracteriza su epistolario:
'Pesada está haciéndose esta vida y
la incertidumbre de su término es de lo más mortificante que tiene. (…) Un
flaco servicio nos ha hecho y ha hecho al país Su Excelencia el Regenerador
(Nicolás de Piérola), pues es probable que sin su revolución la paz no habría
presentado las dificultades que ha presentado y haría tiempo que la situación
habría mejorado'.
'Que el diablo cargue con todos
nuestros hombres públicos que no son otra cosa que una tropa de mentecatos
revueltos con bastantes bribones' (11/07/1883) .
Cuando le llegó la propuesta de que
manifestara su adhesión al gobierno de Iglesias a cambio de su pronta
liberación y retorno a Perú, rechazó la afrenta. El 29 de agosto de
1883, escribió a Teresa Álvarez Calderón:
'Sería no solo un acto de debilidad vergonzoso, sino una deslealtad contraer compromisos o hacer declaraciones de esa especie, y si solo por medio de unos u otros puedo recobrar mi libertad, me resignaré a vivir en perpetuo cautiverio… Personas de ideas acomodaticias, de principios nada severos, de carácter egoísta y convenienciero, canallas y sinvergüenzas, harían eso y mucho más, pero yo no deseo figurar en ese número, tan crecido desgraciadamente entre nosotros, esperaré con paciencia que los acontecimientos hagan indispensable nuestra libertad o al menos que, por cualquiera razón que sea, se obtenga sin mengua ni compromiso para nosotros'.
Y el 13 de octubre de 1883 comparó
lo que sucedía en Perú respecto a Chile, buscando una explicación al triunfo
de esta nación:
'No solo nos han vencido en
todas partes, nos han arruinado y humillado, sino que nos han impuesto el
gobierno que han querido, han removido todo el fango y han fomentado las traiciones,
la anarquía y los más vergonzosos escándalos. Ellos no tienen la culpa y
lo mismo habría hecho cualquier otro país en su caso con un enemigo como
nosotros'.
'Toda la gente decente,…ilustrada y
de influencia toma en este país (Chile) participación en la política,
en la administración. Las cámaras están compuestas por lo general
de lo mejor y todos los puestos públicos están desempeñados, no por
soldadotes brutales y arbitrarios, sino por gente culta, y que conoce sus
deberes. Por eso nos han vencido y nos tienen como nos tienen'.
Ni bien recuperó la libertad,
Manuel Candamo regresó a Lima para confrontar a Iglesias. El dictador lo
castigó pidiendo al enemigo chileno que lo detuvieran y mantuvieran
desterrado por segunda vez en el país del sur, entre agosto y octubre de
1884. Una vez terminada la satrapía, retornó e intervino en política, a pesar
de que le había prometido a su esposa que no lo haría.
Después de ganar una senaduría en
1903 triunfó como candidato presidencial. Candamo murió cuando sólo
habían transcurrido ocho meses de su gestión, el 7 de mayo de 1904.
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miércoles, 25 de abril de 2012
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