sábado, 7 de agosto de 2010

Patrimonio Incultural

Miguel C.

Recientemente y con motivo de Fiestas Patrias 2010, me dirigí a Ayacucho, que aún estaba en mi lista de lugares no conocidos. Indudablemente, el interés priorizaba el Campo de Batalla de Pampa de Quinua, en donde la historia nos dice que se libró la batalla final por nuestra Independencia aunque los ayacuchanos dicen que esta sucedió en Colpahuayco y que en la pampa  solo se firmó la Capitulación (dicho sea de paso, una Capitulación en la todos los artículos con excepción de uno fueron a favor de los realistas, a pesar que los realistas “perdieron”). También otros lugares de interés como Vilcashuamán, Wari, Pomacochas Intihuatana donde se puede sentir nuestra historia y la perseverancia de un alicaído INC que hace esfuerzos para desarrollar el trabajo arqueológico mientras que la naturaleza, la falta de recursos, los malhechores y la falta de conocimiento hacen lo contrario.
No podemos ocultar que somos un pueblo inculto. Una de las demostraciones de educación es el respeto que podemos demostrar. Al legado de nuestros antepasados, los monumentos, el prójimo, la propiedad privada y demás etcéteras. Da mucha pena que cuando uno viaja al interior del país saltan algunas evidencias:


En las fotos de arriba señalo con flechas en la representación que existe en la parte posterior del monumento a los vencedores de Ayacucho en Pampa de Quinua, las mutilaciones que han practicado resucitados verdugos del siglo XX. Amputaciones y decapitaciones que no han sido curadas con Yodo sino con pintura negra.

Las autoridades no escapan de este problema, ya que a vista y paciencia de ellas, -con su consentimiento-, hacen uso de estas reliquias para lo que en ganas les venga, como por ejemplo, utilizar de tribunas el templo al Sol y La Luna en Vilcashuamán con el subsecuente deterioro de las estructuras.



Hace no mucho, hubo un escándalo periodístico por unos extranjeros que pintaron unas piedras en Cusco. Sería porque se trataba del Cusco o porque se trataba de chilenos?  No he escuchado ni leído nada de pintas en la mismísima Plaza de Armas de Vilcashuamán como abajo demuestro. Será porque se trata de connacionales o ignorantes o porque es un pueblo que los Apus ya olvidaron?
   

 Será que la única alternativa para ordenarnos sea la pena de muerte, como lo fue en al antigüo?

1 comentario:

  1. EL EJEMPLO SUIZO
    Leyendo el artículo de Miguel uno no hace sino confirmar el nivel cultural de nuestra gente.
    Difícilmente uno verá pintas en el Partenón o en Stonehenge, por dos motivos: primero, porque hay un mayor civismo, que se mama en la casa y se respira en el aire; y segundo, porque hay un mayor celo en la custodia de los monumentos nacionales –y, ni se diga, si éstos son patrimonio de la Humanidad— y, también, porque existen unos castigos ejemplares para quienes vandalicen esos santuarios históricos.

    A manera de anécdota les contaré que en cierto cantón suizo, el respeto por el prójimo llega al extremo de prohibir el uso del water –o excusado, o taza, o toilette, o inodoro (palabra tonta esta última, pues significa “sin olor” y denomina a uno de los objetos que más huelen, que hieden)— después de las 10 de la noche en los edificios residenciales, para no importunar a los vecinos con el ruido de la caca siendo deglutida por uno de esos aparatos.

    No sólo eso, sino que por las calles hay múltiples carretillas en donde se expende periódicos, cigarrillos y otros artículos menores, y las cuales no están atendidas por sus dueños. Para facilitar la operación comercial, en estas carretillas hay una caja llena de monedas y el usuario saca su cambio tras pagar con un billete.

    No hay que ser muy suspicaz para suponer que en el Perú --y probablemente en cualquier otra parte del mundo que no sea Suiza-- cargarían hasta con la carretilla entera. Y es que ser tan escrupulosamente honrado, por lo menos para la mentalidad criolla, equivale a ser tonto.
    Por eso, al conocer esta costumbre, un compatriota perucho comentó:

    -- ¡Qué honrados los suizos, pero qué cojudos!



    Ignacio

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